jueves, 25 de diciembre de 2008
sábado, 20 de diciembre de 2008
Panamá diciembre 1989
viernes, 19 de diciembre de 2008
viernes, 12 de diciembre de 2008
TIERRA PROMETIDA
Abandonaron Maguatega, bajaron del altiplano,
bordearon los cerros, pasaron las quebradas,
abrieron paso entre zacatales
buscando la tierra prometida , el lugar de la gran agua
Nican-a-hua .
Traían consigo
el culto a Coabolco y Xolot
-los gemelos míticos, las culebras hermanas-
bautizaron las aguas en su honor
Cocibolca y Xolotlan;
Tiscapa,luna llena de Coapol,
Asososca ,la verdiazul laguna
en cuyos farallones permanece la Serpiente Emplumada
y a Xiloa por Xilonem
la diosa del maíz tierno.
Sus dioses principales eran
Tamagastad y Cipattonal
las divinidades terrestres y celestes
los creadores de los seres y las cosas.
En la Mocuana, hacían ritos para Tissei,la diosa bruja.
En Moyuá levantaron el templo a Cihuacoatl
la mujer serpiente o nuestra madre Tonantzin
dadora de vida y muerte.
Allá, en el oculto templo de El Cailagua,
el pergamino de piedra,
cincelaron la escritura sagrada,
ocultaron el mágico jade.
Eran gente de hablar sonoro.
Conocían los misterios del cielo y de la tierra,
las propiedades medicinales de las plantas.
El maíz, los frijoles y toda clase de frutos crecían en abundancia.
Mascaban coca a la que llamaban yaat
demostraban un profundo respeto por la tierra, el agua, el viento, el fuego.
Se adornaban con jadeita y plumajes multicolores.
Trabajaban la obsidiana y eran magníficos ceramistas.
Eran los hijos y los dueños de la tierra de lagos y volcanes.
En la selva del tiempo….muchas lunas y generaciones han pasado
hoy, los hijos y las hijas del jaguar del Casitas
emergemos, como de un profundo y oscuro lago,
construyendo nuestros destinos...caminamos.
Marisol Briones
jueves, 11 de diciembre de 2008
DECIR
Si la tierra, pudiera hablar
si cada parte
pudiera
las piedras, de sus dientes
las venas, de sus arroyos
los surcos
los pliegues
las laderas
los ojos de agua
los animales instintos
cada, desierto poro
cada, mechón tupido,
de agua
cada flor, cada hueso
si cada, uno
cada cual, hablara
dirían tantas
tantas cosas
pero hablar
hablar es cosa de hombres
la tierra
niña inocente
jugando
con los pies descalzos
jugando
sobre la arena
soñando
no puede hablar
-hablar es cosa de hombres-
la tierra
madre abnegada
desgranando
la fruta, la sangre y las manos
trabajando
entre el aquí y el allá
-no puede hablar.
-hablar es cosa de hombres-
la tierra, anciana precoz
-no puede hablar.
!Ya ha dicho demasiado
Edgardo Zamora
TONANTZIN - NUESTRA MADRE
Coatlicue es una divinidad azteca, madre de Huitzilopochtli. Su nombre significa
"La de la Falda de Serpientes". Diosa terrestre de la vida y la muerte. También
recibía los nombres de Tonantzin (nuestra muy venerable madre), y Teteoinan
(madre de los dioses).
La Madre Tierra (Tonantzin) tenía un lugar preponderante en el panteón indio. Como principio eterno femenino, la fecundidad de la Madre Tierra era tratada con especial ternura, con galantes consideraciones. En primavera se araba pidiéndole permiso con cariño, para que recibiera la semilla. Después, en verano, durante el reinado de Tonatiuh, venían los ruegos a Chalchiuhtlicue y a Tláloc para que no la dejaran sola en su labor de servir de vientre al fruto esperado.
Venían las ceremonias de cosecha, en otoño. Pero no quedaba ahí: durante el invierno, Tonantzin dormía, y había qué cuidarle el sueño. Se le daba parte de la cosecha en retribución por sus esfuerzos y para que despertara fuerte y feliz. Se erigían altares donde se exhibían los mejores frutos, representando la cosecha entera. Esa era la porción para Tonantzin.
El Nican Mopohua, texto aceptado por la iglesia católica . fue escrito en lengua nahuatl en el año de 1556 (aproximadamente) por el indígena cristianizado Antonio Valeriano, su nombre significa: “Aquí se narra...”, textualmente dice según la traducción de Mons. José Luis Guerrero Rosado:
“Ten la bondad de enterarte, por favor pon en tu corazón, hijito mío el más amado, que yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, y tengo el privilegio de ser Madre del verdaderísimo Dios, de Ipalnemohuani, (Aquel por quien se vive), de Teyocoyani (del Creador de las personas), de Tloque Nahuaque (del Dueño del estar junto a todo y del abarcarlo todo), de Ilhuicahua Tlaltipaque (del Señor del Cielo y de la Tierra).
domingo, 7 de diciembre de 2008
Aniversario Mártires
Nuestros mártires
podrían llamarse Juan Ramón
Octavio,Claudina,Amando
Juan Ángel
María Elba, Celina, Joaquín.
Pero además fueron también
Segundo Montes
Martín Baró e Ignacio Ellacuría.
Aquellos seguidores de Jesús liberador
constructores del Reino de Dios en la tierra.
Aquellos
que trabajaban continuamente
porque el pueblo no descansa en la pobreza.
Aquellos
que fusionaban ética y práctica de la inteligencia
haciendo de la UCA
no solo una prestigiosa academia
sino la misionera
que ilumina y transforma
la realidad social en que esta inserta.
Ellos
que querían que el pueblo hiciera oír su voz.
Ellos
que nos interpelan
porque el interés de los pocos
no exija la deshumanización de todos.
Ellos
los que buscaban la paz en las tormentas
los que sabían que trabajar por la justicia tiene precio.
Ellos
que en la hora de las tinieblas
pagaron con piel, sangre y memoria
junto al pueblo crucificado.
Ellos y Ellas
a quienes lloramos con todas las lágrimas juntas .
Ellos y Ellas
que nos queman dentro
memoria de dolor
herida que no cicatriza
Sangre que clama.!
Nuestros mártires
sobre cuya muerte estoy viva
memoria que compromete
raíz y lucero del alba.
Muerte y vida
que nos nutre.
Marisol Briones
Noviembre 2008.
Junto al Rector de la UCA P.José María Tojeira.
sábado, 6 de diciembre de 2008
Mercado de Navidad
En un ambiente simpático, vengan a disfrutar de la tradicional feria artesanal.
El sábado 13 de diciembre, desde las 9:30 AM hasta las 4:30 PM,
la Alianza Francesa de San Salvador abre su jardín a los mejores artesanos salvadoreños.
Antes de Navidad, una muy buena oportunidad para encontrar el regalo más original.
Alianza Francesa de San Salvador
51ª Avenida Norte #152 - Colonia Flor Blanca
2260-6263
miércoles, 26 de noviembre de 2008
miércoles, 19 de noviembre de 2008
OLLIN-SOL DE MOVIMIENTO
Presentación olvidada de la Exposición "Kab Rakán, la Furia de los Dioses"
Carlos Henríquez Consalvi, Museo de la Palabra y de la Imagen
Rafael Lara-Martínez, Teconológico de Nuevo México
museopalabra@telesal.net - soter@nmt.edu
Los pájaros dejaron de cantar; los hombres, las mujeres y los niños palidecieron ante el bramido que provenía del volcán de Ilopango. Las fauces del saurio de la tierra se abrieron en grandes zanjas y sollozos; de su vómito, de sus escupitajos, salió un olor a azufre que lo invadió todo. Miles de toneladas de casquetes volcánicos y ceniza fueron lanzados al cielo y cubrieron buena parte del territorio cuscatleco. Los que pudieron, huyeron, apenas con una pequeña carga de maíz a sus espaldas. Los otros fueron absorvidos, con niños en su regazo, englutidos por el gran saurio y triturados hasta volverse polvo. Eran nuestros antiguos abuelos que iniciaban el eterno éxodo para sobrevivir, en aquella época, 260 años después de Cristo.
Pasado el tiempo, emprenderían el temporal retorno al Valle de las Hamacas. Huir y retornar, como nos ha correspondido hacer por los siglos de los siglos, de manera cíclica, cada atadura de los años, cada fin de milenio. Antes se llamaban chichimecas, bárbaros, tribus nómadas; ahora, migrante, hermano lejano; pero, el fenómeno del exilio, de llevar la patria a cuestas y de reconstruirla en otro territorio, sigue un patrón semejante. Parecería que nuestra suerte está atada a los designios de Kab Rakan, el personaje de la mitología maya que aún hace estremecer las montañas.
En la antigüedad prehispánica, el terremoto representaba el momento en el que el tiempo social encaraba el mito. El tiempo se volcaba sobre sí mismo; como el saurio que componía la tierra, el mundo entero se enroscaba sobre el pasado; mordiéndose la cola, se replegaba hacia el principio de los tiempos. Por momentos, la sociedad no lograba distinguir entre historia y mito, entre realidad y sueño. Para nuestros antepasados, los sismos inauguraban un periodo trágico y privilegiado. Sellaban el instante en que los muertos del mundo actual, así como los antiguos habitantes de los Soles o épocas precedentes regresaban al mundo.
Para la visión prehispánica, cíclica de la historia, plasmada en textos como el Popol Vuh y la Leyenda de los Soles, los sismos podían marcar el exterminio y la desintegración del mundo actual, así como la del proyecto social en vigencia. A partir de esa devastación, teñida de un trasfondo cósmico y divino, se abría tanto la necesidad del éxodo, de buscar un nuevo sitio de asentamiento, al igual que la de reconstruir, provisionalmente, otra vez, una ciudad distinta en un paraje extraño. Se contaba con la certeza de que en un futuro incierto, esta ciudad recién inaugurada sería de nuevo destruida.
No otro era el designio de los dioses y el sino del tiempo: repetir el ciclo de su nacimiento y muerte hasta que la etrernidad quedera exhausta. Los mitos prehispánicos debemos medirlos no sólo por su contenido religioso; ante todo, los mitos son una fina lectura del acontecer sísmico en el área mesoamericana y de sus consecuencias sociales. Los dos procesos sociales que registra el mito —éxodo y reconstrucción— poseen aún el mismo valor en nuestra época moderna. Todavía hoy, rodeados de la más sofisticada tecnología, en la era de la computación, migración y recreación de la tierra natal en un paraje extranjero —Los Angeles, Washington D. C.— son dos de los mayores motivos que mueven a la población salvadoreña. Nuestra más recóndita identidad, al revés y al derecho, lleva la marca del peregrinar y de la reconstrucción provisional.
Desde antes de su inicio, la capital salvadoreña estuvo marcada por un sino. San Salvador fue una ciudad portátil, de cambiante ubicación. Ni los nuevos habitantes españoles, ni tampoco los mestizos hemos podido romper el sello que, desde el origen, señala a la capital como sitio de migraciones, reconstrucciones y destrucciones cíclicas. El primer debate colonial sobre la reubicación en un paraje menos expuesto a los fenómenos naturales, se desarrolló hace 407 años, en 1594. Casi un siglo después, en agosto de 1671, otro terremoto destruyó la mayor parte de las iglesias y casas de San Salvador. Sus habitantes pensaron de nuevo en trasladar la ciudad; pero el Rey de España les negó el derecho a desplazarse.
En el siglo XIX, el Boletín Extraordinario del Gobierno de El Salvador, expresaba: "La ciudad no conoce, por consiguiente, sino un perenne tejer y destejer. Cada generación es sometida a la misma prueba, pero reacciona con idéntico espíritu, estableciendo una continuidad más valiosa de la que puedan ofrecer los edificios y monumentos. No se trata de gentes ablandadas por la molicie, que gozan heredando patrimonio, sino de individuos dispuestos en toda ocasión a recomenzar la obra por el principio". Estos antecedentes nos muestran la respuesta de la población salvadoreña afectada por los terremotos; se trata de una obstinada vitalidad y capacidad organizativa para lograr la supervivencia, la cual contrasta con la terca inercia que ha caracterizado la respuesta del estado en la mayoría de los casos. Pero estos antecedentes también nos remiten hacia aquella pretérita época prehispánica en la que "tejer y destejer" significaban éxodo y reconstrucción periódica de la patria en un sitio distinto al original.
Los siglos fueron testigos de terremotos, diluvios, tsunamis, plagas de chapulin, migraciones, el éxodo ante el genocidio de las comunidades campesinas en 1932. Luego el ciclón del 34 arrasará con viviendas y lavará la sangre de la matanza, aunque no reivindicará a las víctimas. Sucederán más terremotos. Vendrán expulsados por la mancha brava desde Honduras decenas de miles de salvadoreños, a unirse al ejercito de campesinos sin tierra y sin trabajo; se producirán dos nuevas guerras. El paisaje salvadoreño es aquí el mayor testigo; en la geografía, archivo de la memoria, podemos leer la traza de esas constantes migraciones.
El eterno éxodo es seña del país portátil; el eterno retorno nos impulsa a odiar y amar de nuevo el terruño. Construir de nuevo chozas y cultivos, reconstituir el núcleo familiar. Olvidar, jugar a olvidar que el suelo es frágil como el futuro; intangible e incierto como el subjuntivo. Esperar con vocación de provisionalidad los nuevos golpes de la naturaleza, cada vez más fuertes, porque la pobreza acrecienta sus raíces y dispara la vulnerabilidad.
Se establece la cultura del "paramientrismo": vivienda provisional "para mientras", planes del Estado "para mientras", medidas de previsión "para mientras". Parche y remiendo, "para mientras". El "para mientras" se convierte en solución definitiva. Del terremoto del 86, todavía vemos en la capital, núcleos habitacionales que se anunciaron como "temporales". "Para mientras" no sería sino una forma sofisticada de expresar que modernización y avances científicos no han podido erradicar aún aquella visión cíclica que, desde época prehispánica, augura lo frágil e inconstante de todo proyecto social en el valle de las hamacas.
La historia nos muestra que luego de cada terremoto hubo más pobreza que
antes, sin embargo, más riqueza para aquellos que han hecho, a través de los siglos, del desastre un negocio. Esta situación tiene que ver con la manera en que el Estado ha respondido frente a los fenómenos naturales. Veamos cuál fue su respuesta ante el terremoto que en abril de 1854 destruyó a San Salvador: en aquel entonces el gobierno determinó reconstruir la capital en los terrenos que pertenecían a la Hacienda Santa Tecla, la cual adquirió, supuestamente con el propósito de distribuir las tierras, entre los damnificados por el terremoto y, luego, entre aquéllos que manifestaran el deseo de utilizar la tierra para el cultivo del café. En ese reparto, los menos favorecidos fueron los damnificados del terremoto, ya que se privilegió la concentración de propiedades en manos de antiguos y nuevos cafetaleros. Este es un antecedente de la apropiación de tierras ejidales para formar haciendas privadas, y de la manera en que puede manipularse políticamente un desastre tildado de natural.
El auge cafetalero seguirá despojando a las comunidades de las tierras ejidales. Al separar de sus tierras a los campesinos se profundiza la situación de pobreza en el sector rural y se genera el éxodo paulatino hacia un San Salvador que crece desordenadamente. Se aumenta la vulnerabilidad frente a los terremotos que vendrán en cadena durante siglo y medio. Desigualdad social y fenómenos naturales, son constitutivos de nuestra vulnerabilidad. Las cifras recientemente presentadas por el PNUD, sobre el nivel de pobreza en el país, nos dibuja el mapa exacto de la vulnerabilidad a que está expuesta la mayor parte de los salvadoreños. No debemos permitir que el olvido continúe siendo una constante; por lo contrario, hay que extraer las enseñanzas, advertencias y mandatos de responsabilidad que nos deja pendientes cada uno de estos desastres, los cuales no son sólo de orden "natural".
En el caso de los terremotos del 2001 el mensaje es muy claro; tenemos que desarmar la estructura de un centralismo obsoleto, que frena el desarrollo humano, que multiplica la vulnerabilidad ante los desastres. Nos enseñaron los terremotos que no hay preparación ante la realidad sísmica, ni capacidad para auxiliar con rapidez a los sepultados bajo los escombros, ni a los sobrevivientes sin techo. Nos enseñaron los terremotos que aún desconocemos nuestro medio ambiente; a pesar del avance científico, todavía no lo hemos domesticado. El del 13 de enero, fue el primer terremoto que se produjo en democracia; esto abrió la posibilidad de que la sociedad se expresara libremente, ejerciera una crítica razonada, y los medios de comunicación pudieran señalar los errores, muchos de los cuales fueron corregidos gracias a esa expresión ciudadana.
Sin participación ciudadana no habrá real reconstrucción; no habrá prevención, ni mucho menos articulación de esfuerzos por fijar la memoria histórica de los fenómenos naturales, ineludible comienzo para enfrentar el futuro que no podemos evadir. Apenas han pasado pocos meses de relativa quietud sísmica, y cada vez se habla menos del desastre y de las secuelas que dejó en la vida de tantos salvadoreños sumidos en la miseria. ¿Permitiremos que la desmemoria comience a tramar su telaraña, a anidarse en nuestros cerebros? ¿Haremos de esta experiencia traumática una oportunidad para formular una concepcion de nación, tendiente a construir una sociedad que facilite iguales oportunidades para esos millones de salvadoreños excluidos del desarrollo? Necesitamos un esfuerzo colectivo, desde todos los campos. La educación, las artes, las ciencias, las iniciativas culturales del estado y de la sociedad civil. En las universidades, todas las carreras deberían tener un enfoque de educación antisísmica; en los museos, habría salas con elementos de la memoria histórica ligada a nuestra realidad sísmica.
Nuestro hijo tiene apenas tres años; pero no olvida el terremoto; nos lo recuerda cada cierto tiempo. Esto nos hace pensar que ésta es la oportunidad para que la suya sea la generación que encarne la "cultura de la prevención". Los niños son los indicados a aprender, desde temprana edad, a respetar nuestro medio ambiente y a comprender las consecuencias que la destrucción ecológica puede tener en un país tan vulnerable ante los fenómenos naturales. Es una oportunidad para realizar un estudio completo de las fallas geológicas que atraviesan nuestra capital. Oportunidad para jamás dejar de perder las becas de estudios sismológicos ofrecidas desde el exterior. Oportunidad para dejar de ser un país con una visión asistencialista, pero sin posibilidades de prevención.
Luego del sismo de enero, íbamos en un helicóptero venezolano, sobrevolando la zona de Las Colinas, rumbo a la destruida Comasagua. Asomados a la ventanilla, ante ese espectáculo de destrucción, recordamos las marchas que meses antes del terremoto, hicieron cientos de niños por las calles de Santa Tecla, pidiendo un alto a la destrucción de la Cordillera del Bálsamo. Recordamos el intento ante los tribunales, que hicieron varios ciudadanos por detener el desarrollo urbanístico ilegal en las laderas y zonas verdes. Recordamos el acuerdo municipal prohibiendo estas ilegales construcciones. Sin embargo un juez emitió sentencia en contra de estos clamores. Los escombros, que sirvieron de sepultura a cerca de 500 salvadoreños a lo largo de la cordillera, en su mayoría niños, deben ser un monumento para no olvidar, ni permitir los crímenes ecológicos que se cometen con impunidad.
Gracias por acompañarnos en la apertura de esta muestra, que es una investigación en proceso, que irán enriqueciendo ustedes mismos con sus aportes y recomendaciones. En esta oportunidad, estamos también celebrando la legalización de la Fundación Museo de la Palabra y la Imagen, figura jurídica que hemos logrado, luego de cuatro años de perseverantes gestiones ante la instancia respectiva.
Al marcharnos de esta muestra, nos quedarán en la mente varias interrogantes. ¿De qué forma esta incertidumbre, este construir y reconstruir ante cada fenómeno natural, o luego de cada guerra, ha influido en nuestra forma de ser, de actuar, de pensar, y de soñar? La violencia de los fenómenos naturales, ¿de qué manera nos habrá moldeado? ¿Acaso no se nos quedó en el corazón un terremoto o una inundación interior, dictándole pautas a nuestro cotidiano comportamiento, a nuestra más recóndita identidad? ¿Por ventura nuestro propio corazón no es un terremoto; más que latir no parece temblar?
Nos hizo fuertes, perseverantes, nos dio la risa para burlarnos de nuestra propia tragedia, que no entendíamos en su magnitud y origen. Pero también nos dio la posibilidad de captar el mensaje de Simón Bolívar cuando, ante los escombros del terremoto de 1812, expresó "si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca". ¿Acaso entrar a la modernidad y aceptar el avance científico, no deberían significar el uso razonado que una cultura hace de sus recursos naturales?
Modernización, repiten los políticos; pero no se puede modernizar un país, sin que se establezca un programa a largo plazo para prevenir y enfrentar los desastres naturales inevitables. ¿Hasta cuándo seremos capaces de elaborar una política que elimine el ciclo de migración y construcción temporal que provocan sismos y pobreza? De no hacerlo, seguiremos viviendo en el tiempo cíclico del mito; a pesar de todos los discursos, de todos los objetos de uso cotidiano que consideramos modernos, no abremos aún encardo la historia.
Esta exposición que hoy presentamos, intenta originar preguntas, para que cada uno de nosotros las responda; lo haga con preocupación, pero con optimismo. La historia nos dice que hemos vencido peores desafíos. El desafío de Kab Rakan, nos impone el optimismo.
¡Reconstruir la esperanza, reconstruir la capacidad de soñar la utopía! El corazón es el terremoto constante que nos hace vivir. Con solidaridad y perseverancia, los corazones salvadoreños moverán montañas.
lunes, 10 de noviembre de 2008
De la hostia, la sangre y la arboleda.
Autor: Francisco Andrés Escobar.
fragmento
III
Usted, mi don Ignacio, era otro padre:
padre de quien no tiene más que sueños,
padre de quien no habla porque el miedo
le cercena la voz, le mata el gesto.
Usted, mi don Ignacio, era otro padre:
padre de estos eriales y senderos
donde, escasa la luz y corto el verbo,
el mal se ensaña entre los más pequeños.
A usted, mi padre Ignacio, no lo oyeron.
A usted nos lo mataron... así... en seco...
y hoy nos queda esta sangre barboteante...
¡y una gran pesadumbre en la arboleda!
Usted dejó su España, don Ignacio,
y optó por el dolor de esta otra tierra.
Y aquí, mi gran rector, en este insomne
país de las insidias y violencias,
país de las conjuras y denuestos,
- ¡¡país simiesco de alarido y miedo!!
usted su verbo iluminado
y en sangre dio su aurora más cimera.
Usted vino con Rahner y Zubiri
acobijados en morral de sueños.
Y buscó interpretar las realidades,
e imponer la razón como criterio
para encarnar de Dios su mandamiento
de empezar en la historia el alto Reino.
Usted, mi don Ignacio - el Unamuno
de esta su Salamanca que acompaña
la pasión y la sed salvadoreñas -
se internó en la verdad más dolorosa,
descendió a sus raíces más primeras,
y luego la entregó como maestro,
o la vertió en palabras de profeta.
Usted hubo de habérselas, maestro,
con la ciega corriente de los odios
donde luchan los hombres por poderes
colocados en márgenes opuestos.
Y allí quiso mediar. Y confundieron:
vieron la espina en el lugar del beso.
Y en vez de aprovechar su augusta estirpe
para ordenar "la patria mal vivida"
- Como dice otro grande entre poetas -
trajeron a la muerte por consorte,
cegaron con el odio su ojo ciego,
y en la noche de sombras y alaridos
fundieron la esperanza en el silencio.
IV
Usted reposa ahora, don Ignacio,
con Amando, el arcángel consejero;
con la "fe y alegría" de aquel Lolo;
con Segundo, el de barbas de dios Zeus.
Con Pardito, silente y laborioso
que alcanzó a Dios en su correr eterno;
y con Nacho, consciencia inquisitiva
que ha de encuestar los ángeles del cielo.
Allí descansan de este rudo tiempo
de congoja, dolor, llanto y miseria,
y desde el gran martirio atribulado
defienden a la vida en esta tierra.
Elba y Celina, lirios de este pueblo,
reposan más allá de su silencio:
ellas volvieron a su lar amable
a dormir en la tierra primigenia.
Yo voy a recordarlo, don Ignacio,
con su paso sereno en la arboleda,
con la hidalguía del perfil altivo
con que viste el Creador al intelecto.
Con sus manos ungidas en aceite
votivo de las hostias y las letras.
Con sus ojos certeros y aguileños,
con la razón de escudo sobre el pecho
y el inflamado acento sobre el verbo.
Así habrá de vivir, mi padre Ignacio,
alumbrando las voces y el silencio,
iluminando inviernos y veranos
de esta casa que es suya, de este tiempo
cuando el fragor oscuro de la sangre
la paz responda con celestes ecos.
V
¿Qué más puedo decirle, don Ignacio?
¿Qué la luz de la tarde besa el muro
con el perdón del beso comprensivo?
¿Qué furor por furor no es justa vía
para aplacar daimones y delirios,
y que debe brillar, sereno y limpio,
el justo sol, en su alma tan querido?
Los brazos de la cruz, en el ocaso,
extienden ambiciosos sus dominios
con el perdón por lanza y por espinas...
... Debo irme pastor... padre... maestro...
para seguir andando los caminos
que llevan al amor y a su ancho alero.
Adiós... y gracias... por palabra y vida...
Gracias... por el martirio sacrosanto...
Quede con Dios. El lava sus heridas.
¡Adiós, mi gran rector, mi don Ignacio!
sábado, 8 de noviembre de 2008
IGNACIO ELLACURÍA LOS MÁRTIRES DE LA UCA
A Ignacio Ellacuría, precisamente ahora
NORBERTO ALCOVER
Fragmento.
En la madrugada de tal día como ayer, encontraron tu cuerpo baleado junto a otros cinco, los de tus compañeros jesuitas, todos vosotros trabajadores universitarios en el mismo empeño de convertir la cultura en instrumento de transformación histórica desde el evangelio del profeta nazareno. En la fotografía que recorrió el mundo, aparecíais tirados en el suelo, sobre un pequeño espacio de césped verdeante, manchados de sangre, como ovejas llevadas al matadero. Y un detalle que me llamó la atención desde aquel tremendo principio: tu cabeza estaba con dos agujeros de poderosas balas; aquella cabeza de la que surgieron los mejores ímpetus para hacer de las ideas, aparentemente abstractas, azadas con las que participar activa y peligrosamente en la resolución del conflicto fratricida salvadoreño, siempre poniendo por delante la causa de los crucificados de la historia, de los más pobres. Una cabeza demasiado peligrosa.
Mira, querido Ignacio, de un tiempo a esta parte te hemos colocado en la cuneta de nuestras vidas, después de que un aluvión de nuevos conceptos más pragmáticos que ideológicos acabaran por abrumarnos. Es cierto que el abandono de tu persona y de su significado lo vamos realizando en una especie de silencio vergonzante, pero el hecho es que, sin querer confesárnoslo, has acabado por resultarnos molesto.
Nos molesta tu talante moderno cuando estamos envueltos en esa frívola posmodernidad. Nos molesta tu compromiso histórico que denuncia tanto apoltronamiento biempensante. Nos molesta tu cultura desde y para los pobres, obnubilados por vulgares creativismos en el vacío más inoperante. Nos molesta tu adhesión a determinadas tesis marxianas que juzgamos de antiguallas pero seguimos sin resolver. Nos molesta tu fidelidad a Zubiri, ese autor complejo, molesto y metafísico, pero que acaba por complicarte la existencia. Y sobre todo, nos molesta tu certera interpretación de la liberación ejercida desde la teología, siempre adherida al Jesucristo evangélico, tan descaradamente defensor de los pobres y fustigador de los prepotentes. Nos molesta, me olvidaba, que esta forma de pensamiento de Ignacio de Loyola y de Pedro Arrupe te condujera inexorablemente hasta las balas y sus agujeros en la cabeza. Nos molesta todo tipo de martirio. En una palabra, te hemos dejado en el camino .
viernes, 7 de noviembre de 2008
jueves, 30 de octubre de 2008
BRUJAS, MUJERES SABIAS
La brujería se extiende por todo el mundo, pero ha desempeñado funciones muy distintas según los tiempos y lugares.
La antropología moderna distingue entre la brujería simple, los supuestos cultos de brujas diabólicas de la edad media, y el moderno movimiento neopagano.
El concepto de brujería en la edad media se basaba en ciertos prejuicios. Éstos incluían la creencia en que el diablo y sus acólitos, los demonios, los trasgos, los íncubos y los súcubos, eran reales y ejercían sus poderes en el mundo; en que la gente podía tener relaciones físicas con ellos y en que podían establecerse pactos entre las personas y los demonios.
En la Edad Media era sobre todo la mujer el objeto de la proyección de los deseos reprimidos del hombre. El nexo teórico entre el mal
Los buscadores de brujas, también llamados "punzadores", recibían una buena gratificación por cada víctima que entregaban para su ejecución. Solían buscar "marcas del diablo" (cicatrices, manchas de nacimiento, etc.) que, al pincharlas con una aguja, no producían dolor ni sangraban. Cuando no había marcas visibles, bastaba con las "invisibles". En las galeras, un punzador de mediados del siglo XVII confesó que había causado la muerte de 220 mujeres en Inglaterra y Escocia por el beneficio de "veinte chelines la pieza" (Carl Sagan, en Maellus Malleficarum , "El Martillo de las brujas").
Las personas acusadas de brujerías eran inocentes, pues las confesiones les fueron arrancadas bajo tormento.
.
Desde el punto de vista de la sociología, es la presión del conformismo la que produce las “brujas”.
Desde el de la psicología, se trata de la proyección que convierte a la “bruja” en objeto de persecución.
La historia de las brujas es la historia de la discriminación y subyugación de la mujer, la historia de la misoginia, que se inició con el advenimiento del patriarcado, se justificó mediante la mitología y se exacerbó con la invención del pacto con el diablo por parte de la Iglesia.
La historia de las brujas se remonta a la primigenia división del trabajo. La evolución de los cambios sociales se mueve siempre al ritmo de las transformaciones efectuadas en la división del trabajo. Y ésta no es más que la fundamentación de una jerarquía de valores, ordenada de arriba abajo, de lo superior a lo inferior.
La división histórica del trabajo es la división del trabajo entre los géneros y las generaciones.
En la iglesia oriental, ortodoxa nunca existió esa imagen del diablo ni hubo quemas
de brujas.
-La bruja, tal como la hemos heredado nosotros en la cultura judeocristiana, comienza antes de la Biblia: es la mujer que quiere conocer, la mujer curiosa que muerde la manzana del conocimiento. Y Dios "le castiga" por querer saber, por querer conocer. Eso está ahí, en la tradición, lo significativo es el momento en el que surgen los doctores de la Santa Madre Iglesia en las Universidades europeas. En esos momentos estos señores estaban muy celosos de quienes poseían el conocimiento, y el saber entonces lo tenían las mujeres, las curanderas, las herbarias, las hechiceras... ¿Quién iba a ayudar a las mujeres con sus dolores sino otra mujer que conocía cómo aliviar los males de sus compañeras? Las mujeres les hacen la competencia, son peligrosas y por tanto hay que castigarlas. Lo que hacen es asociarlas al diablo . El diablo y la mujer son seres a los que hay que erradicar incluso físicamente, y se comienza a quemar brujas en toda Europa Central.
Por un lado eliminaban opositoras inteligentes al poder establecido y por otro se enriquecían a su costa.
-Se persigue lo que se desconoce, lo que se ignora, el conocimiento.
Esencialmente, la brujería es similar en todas partes del mundo. La diferencia más importante reside en que en algunas sociedades no occidentales los brujos, también llamados hechiceros, chamanes y curanderos, han desempeñado una función incuestionable en la comunidad.
Han asumido recibir su poder de espíritus que son venerados, o al menos temidos, por la comunidad; son personas que se piensa tienen acceso al mundo de los espíritus y son contempladas con respeto o temor. Los médicos brujos poseen supuestamente poder para curar las enfermedades, convocar la lluvia y asegurar el éxito de la caza o de la guerra
Vicente Romano. La sociogénesis de las brujas. El origen de la discriminación de la mujer, Editorial Popular, Madrid 2007.
Tiene su origen en el SAMAIN |
Esta festividad representa el Año Nuevo de las brujas.
La línea que separa a vivos y muertos se hace más fina y permite la comunicación entre ambos mundos. Se recuerda y honra a los seres queridos fallecidos.
Hay un paralelismo con lo que sucede afuera; el sol pierde fuerza, hay menos luz y los ritmos de crecimiento de la naturaleza son mas lentos.
Era el tiempo de los "espíritus". Las puertas del más allá quedaban abiertas; se fundían dos dimensiones, las de los vivos y las de los muertos.
También se celebraba, durante tal día, la "unión" del dios Dagda y de la diosa Morrigam, señora de los espectros.
Según la arquetípica relación entre fecundidad y los mundos inferiores o infernales, la unión de Morrigam, la dama terrible - la futura Morgana - y Dagda, el buen dios, expresa la relación entre sexualidad y fecundidad.
Por ello, las celebraciones, que tenían lugar durante este día, mostraban un acusado carácter agrícola.
Dagda descubrió a Morrigam cuando la dama se iba a bañar en el río Unius, e hicieron el amor no lejos de las aguas, en un lugar que aún hoy se conoce como "lecho del amor".
jueves, 23 de octubre de 2008
En el 106 cumpleaños de Salarrué
Se oyó voz que decía: Tú, venado,
échate a la maleza. Vosotros, pájaros,
volad a las altas y verdes copas.
El Popol Vuh
Atardecía. Llovía cernido sobre la montaña ese polvillo de oro de sol triturado en una avalancha de acantilados grises de nubes. La tormenta reciente había dejado las altas copas de los cedros, voladores y conacastes, de las zorras, bálsamos y copinoles, escurriendo la pedrería luminosa de las gotas. En los claros de bosque el césped era aterciopelado. Junto al charco grande de "El Embudo" los pajonales habían quedado revueltos, despeinados por el huracanado viento que precedió al aguaje. La sombra verde iba lentamente llenándolo todo, del fondo arriba y por contraste, el cielo era ya una cúpula de oro. Aún cantaban algunos pájaros agradecidos. Antes de agonizar el día, la verspertina marea de la luz hizo un paro de aguas, un cambio de marea y se sostuvo por más de media hora quizá, en esa aura-pálida que llaman las gentes: luz de muertos, una luz que no se atina de dónde viene, si de arriba o del fondo, o si brota de las cosas opacas que parecen contenerla en forma infusa y emanarla en cansina radiación.
Fue durante este lapso que el venado surgió lento de entre los matorrales y vino paso a paso, ligeramente alerta, a beber el agua ambarina del charco.
Así, alzada la cabeza, con la cornamenta enhiesta el cuello ligeramente torcido en un intento de escuchar lo menos silente del silencio, la silueta cobriza del venado tenía la clásica hermosura de una bestia del cortejo de Artemisa, la fina línea y grácil compostura de una pieza escultórica vaciada en metal.
Tanta gracia encendida en la vitalidad eléctrica que trasmite la virtual agilidad en leves estremecimientos y el temor latente y presto, tenía el fondo maravilloso que debió tener: hierba sombría, altos troncos iluminados de soslayo y claros de cielo desleídos en oro y platino.
Resultaba tan fácil, tan casual y bella aquella aparición cinegética, que el cazador apartó la mirilla para verla con los ojos abiertos, admirado y desviado de su intento por esa misma admiración. El arcaico sentimiento nemrodiano daba lugar, ahora, apurado por la belleza, a ese sentimiento nuevo revelador del artista que apunta en cada explorador moderno, aducido a base de cultura. Hay entonces el instante de un ligero rubor numinoso y el brusco despertar a un nuevo concepto del deporte, el mismo que está trocando la escopeta o el rifle en la cámara fotográfica o cinemática. "Cazar sin matar" es la consigna del nuevo cazador. Cobrar la pieza dejando incólume la vida. La crueldad se va destiñendo lentamente y dando lugar al interés por la vida más que por la muerte, a la satisfacción del corazón más que a la del estómago; a la del logro estético más que a la vanidad del ojo certero.
El cazador estuvo así en su rincón, ligeramente apoyado en el arma, viendo al venado beber con el belfo encendido en la fresca llama de agua crepuscular, mientras el estanque se rizaba en los círculos concéntricos impulsados por la trompa y en los círculos menores, secantes, producidos por cada gota que caía cuando la cabeza se alzaba de la linfa.
Lentamente, como había llegado, el venado se apartó del charco; probó aquí y allá alguna hierba; escuchó con ojos y orejas a uno y otro rumbo; peinó la tabla de su cuello en el tronco delgado de un arbusto y caminando ya en plena sombra como una sombra entre sombras, se perdió de vista y de oído.
El cazador respiró con cierto desahogo no exento de alegría y recibió como un premio, como una condecoración, la primera estrella, por encima del bosque. Premio era, al parecer, por aquella decisión que parecía haber llenado tan naturalmente su alma, en el instante en que el hombre entra en un nuevo círculo de nobleza y se vuelve un ser de compasión, un hombre mejor.
Este fragmento del cuento "El venado" proviene de el libro La espada y otras narraciones, incluído en Narrativa Completa, editado por la Dirección de Publicaciones e Impresos de El Salvador.
martes, 14 de octubre de 2008
ODA ENSIMISMADA
poema 52 de Oda Ensimismada:
52.
En el mar, el sol me toma;
en el agua, tomo al mar.
Paloma, comparo tu blancura
con mis grises y soy viejo.
Mido tu entusiasmo con mis complicaciones
y en tus caprichos, eres joven.
Contrasto tus palabras, preocupaciones graciosamente leves,
con mis años seriamente articulados,
y mi ayer se va más lejos.
Pero los dos dibujamos la misma alegría.
Y en este cielo, vivo tu juventud
y tú plácidamente floreces.
Luis Alberto Ambroggio.
POETA LUIS ALBERTO AMBROGGIO
Luis Alberto Ambroggio en El Salvador.
Entrevista por Marisol Briones.
Luis Alberto Ambroggio es oriundo de Córdoba, Argentina, y vive en Washington DC Partió para los Estados Unidos a los 22 años, en medio de los conflictos sociales de su país. Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de PEN. Autor de 10 poemarios publicados, ha escrito también numerosos ensayos y artículos sobre identidad y bilingüismo, y sobre la literatura en español en los EEUU. En unas semanas presentará en la Biblioteca del Congreso la Enciclopedia del Español de los EEUU, en la que colaboró con la Academia de la Lengua, el Instituto Cervantes, con ensayos sobre la poesía y el teatro puertorriqueños. Su presencia en San Salvador en estos días se debe una invitación de la Fundación Poetas de El Salvador, en el contexto del VII Festival Internacional de Poesía, para compartir charlas y talleres sobre el arte de escribir poemas, de allí este diálogo furtivo.
¿Cuándo comenzó a escribir poesía?
Quisiera recordar el momento exacto para gozarlo repetidamente. Sería a los doce o trece años, porque un evento sin trascendencia marca mi memoria: a los catorce gané un concurso de poesía en el Instituto Secundario. Ahora mi escritura poética va a alcanzar casi los cincuenta años de suerte, culpa y atrevimiento.
¿Qué poetas o escritores han incidido en su obra y en su vida?
Cuando joven, me inspiraron las lecturas de los clásicos, Homero, Virgilio, Dante, poetas del Siglo de Oro y escritores franceses. En clases de literatura comencé a escribir junto con poemas de un romanticismo decadente o modernistas de Bécquer y Amado Nervo. Con mi madre leía filosofía o acaso la poesía de Nietzchte. Ella me regaló la primera antología poética, de César Vallejo. Luego, a mediados de los setenta, tuve un encuentro revelador con Jorge Luis Borges en la Universidad de Georgetown que relato en Poemas desterrados. Además de Borges, César Vallejo, inciden en mi obra las lecturas de Cernuda, Salinas, Aleixandre; y más recientemente, Rafael Alberti, José Hierro, Ángel González y Gonzalo Rojas. Entre los de habla inglesa: Edgar Allan Poe, T. S. Elliot, William Carlos Williams. Debo agregar que no existiría como poeta sin ellos y sin poetas como Rilke, Kavafis, Pessoa y Octavio Paz.
¿Cómo es su proceso de escritura, tiene rituales?
Me escapo de la tierra literalmente. Escribo en los aviones, luego de leer, ver un rato por arriba de las nubes, el horizonte, la oscuridad sin límites. No me siento cómodo en los cafés, prefiero la soledad de un cuarto de mi casa, en compañía de libros que me estimulen, estatuas, papeles, amuletos, el caos de los duendes.
Mario Benedetti sostiene que a través de los poemas pasa la historia de nuestros pueblos, ¿qué piensa usted al respecto?
Para mí el poema revela el inconsciente universal en solidaridad con el mundo que es el individuo dentro del pueblo desde donde sale la voz y con quienes habla el poeta, aún en silencio. Pienso que la poesía nace del asombro, la inconformidad y del compromiso que hacemos con nuestro tiempo y el espacio, presencia y testimonio desde las raíces que nos habitan, nuestra historia, el alma de nuestros pueblos. Los poetas tenemos la libertad de crear imaginando nuestro alrededor íntimamente.
Ha venido usted a impartir un taller de poesía, ¿el poeta o la poeta nacen o se hace?
Propondría que se trata de una afortunada combinación del “nace y se hace”. Wilde sostenía que la poesía es 10% Inspiración; 90% transpiración. Sin duda, se debe poseer el talento poético, totalmente inesperado, pero más aún una dedicación casi esclavizante. Si bien “lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta”, como dice Paul Valery “Quien quiere escribir su sueño, debe permanecer infinitamente despierto”.
¿Cómo ve la literatura salvadoreña actual?
Pujante, viva con verdaderas sorpresas. Una literatura con muchos representantes que tiene la audacia de romper esquemas, de abarcar con rupturas innovadoras toda la gama de temas, como lo hicieron en el pasado Salarrué, Roque Dalton, Claudia Lars. He tenido el honor y placer de conocer personalmente o, a través de sus obras, los ensayos de Luis Alvarenga; los poemas de Otoniel Guevara, Mario Noel Rodríguez, David Escobar Galindo, Claudia Herodier, Manlio Argueta, Carmen González Huget; Ricardo Lindo, Alfonso Kijadurías, con algunos de los cuales comparto presencia en antologías. También he tenido oportunidad de apreciar la amistad y poesía de Claribel Alegría, Dina Posada y de poetas más jóvenes que se destacan como Jorge Galán, Susana Reyes, Manuel Barrera, Krisma Mancía, Osvaldo Hernández y Nora Méndez. La poesía y los estudios de Luis Melgar y Marisol Briones que resucitan la presencia rica de la mitología indígena en sus textos, la poesía de André Cruchaga, Rafael Mendoza, Rene Chacón Linares y tantos otros escritores que pueblan actualmente el universo literario de El Salvador.
En la actualidad hay una tendencia por el verso libre.¿Cuál cree qué es la mayor dificultad del verso libre?
Lograr su plenitud artística y no tratarlo con el rigor que conlleva el concepto de verso, perdiéndose en las infinitas posibilidades que ofrece su libertad para caer en un prosismo. Porque paradójicamente el verso libre tiene exigencias más estrictas y dificultades mayores que los versos o estrofas que se ajustan a las ya bien establecidas (y fáciles de seguir) formas y métricas clásicas. Por mencionar algunas, la necesidad de mantener la musicalidad, de evitar rimas internas o externas que traicionen su definición. Jorge Luis Borges afirmó: “Como todo joven poeta, yo creí alguna vez que el verso libre es más fácil que el verso regular; ahora sé que es más arduo y que requiere la íntima convicción de ciertas páginas de Carl Sandburg o de su padre, Whitman”. Si se cultiva con convicción y propiedad, podemos contradecir lo que T.S Elliot aseguraba de que “ningún verso es libre para quien quiera hacer un buen trabajo”.
¿Cuál es su opinión de las academias literarias?
Recuerdo lo que el premio Nóbel José Saramago me repetía en Costa Rica, insistiendo en la necesidad de mantener nuestra rebeldía como fuerza creativa y resistir al avasallamiento de la disciplina académica. Hay quienes aborrecen la idea de las academias literarias, de los talleres. Mi opinión es intermedia: es importante conservar la libertad, la independencia, pero al mismo tiempo conocer ciertas estructuras, reglas de juego, “enseñanzas”, estudio de maestros, si quiera para luego desecharlos con causa, en la formulación y reformulación del canon. Las academias históricamente han respondido a presiones sociológicas, en el esfuerzo encaminado a fama a través de nombres, modas, mecenas, digamos ahora premios, etc. Pero, como dice, Octavio Paz, la llamada “técnica poética” no es transmisible, porque no está hecha de recetas, sino de invenciones que sólo sirven (y provienen) de su creador.
¿Existen diferencias entre la poesía escrita por hombres o por mujeres?
Siempre he envidiado la profundamente bella y libre expresidad del eroticismo y el placer femenino en la poesía de ciertas mujeres (como es el caso de Ana Istarú, Gioconda Belli y muchas poetas salvadoreñas) que no he encontrado en poesía escrita por hombres. Se ha observado que la poesía escrita por mujeres tiende a concentrarse más en temas relacionados con el amor a la vida, a un hombre, hablando de un amor universal, mientras que la poesía escrita por hombres aborda más temas sobre la soledad, el tiempo, la distancia. Pienso que no existe una poesía masculina o femenina, aunque la poesía escrita por mujeres transforma y expande el imaginario, subversión de textos, con una diversidad idiomática, referencial, totalmente distinta a la patriarcal o típicamente masculina. También en el caso de la poesía chicana femenina, por ejemplo, ha servido para romper las fronteras de género y preferencias sexuales, lesbianismo, dentro de un contexto de liberación en general. Podría ésta llamarse una poesía feminista con un “sobrediscurso” reinvindicativo, pero más allá de ella, en toda la poesía escrita por las mujeres –abriéndose a todos los temas, incluyendo los sociales- se da esa internalización y universalización de la condición femenina como presencia diferente (recordemos a Sor Juana) y en igualdad de condiciones de género a la creación poética de los hombres.
¿Qué palabras le diría a quienes deciden escribir poesía?
Que lean mucho, sueñen y escriban libremente su espíritu. Que se hagan eco del asombro. Que conserven siempre una mirada curiosa, profunda, única, derramando en imágenes y metáforas su estado de ánimo con la sinceridad y universalidad que conmueva a cada individuo en su intimidad. Que capturen en sus versos el tiempo en su espacio: el pasado (memoria), el presente (experiencia) y el futuro (deseo), con toda la fuerza, el poder, la imaginación del lenguaje. Y que así llegue a existir el poema, y sea luego descubierto.