La brujería se extiende por todo el mundo, pero ha desempeñado funciones muy distintas según los tiempos y lugares.
La antropología moderna distingue entre la brujería simple, los supuestos cultos de brujas diabólicas de la edad media, y el moderno movimiento neopagano.
El concepto de brujería en la edad media se basaba en ciertos prejuicios. Éstos incluían la creencia en que el diablo y sus acólitos, los demonios, los trasgos, los íncubos y los súcubos, eran reales y ejercían sus poderes en el mundo; en que la gente podía tener relaciones físicas con ellos y en que podían establecerse pactos entre las personas y los demonios.
En la Edad Media era sobre todo la mujer el objeto de la proyección de los deseos reprimidos del hombre. El nexo teórico entre el mal
Los buscadores de brujas, también llamados "punzadores", recibían una buena gratificación por cada víctima que entregaban para su ejecución. Solían buscar "marcas del diablo" (cicatrices, manchas de nacimiento, etc.) que, al pincharlas con una aguja, no producían dolor ni sangraban. Cuando no había marcas visibles, bastaba con las "invisibles". En las galeras, un punzador de mediados del siglo XVII confesó que había causado la muerte de 220 mujeres en Inglaterra y Escocia por el beneficio de "veinte chelines la pieza" (Carl Sagan, en Maellus Malleficarum , "El Martillo de las brujas").
Las personas acusadas de brujerías eran inocentes, pues las confesiones les fueron arrancadas bajo tormento.
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Desde el punto de vista de la sociología, es la presión del conformismo la que produce las “brujas”.
Desde el de la psicología, se trata de la proyección que convierte a la “bruja” en objeto de persecución.
La historia de las brujas es la historia de la discriminación y subyugación de la mujer, la historia de la misoginia, que se inició con el advenimiento del patriarcado, se justificó mediante la mitología y se exacerbó con la invención del pacto con el diablo por parte de la Iglesia.
La historia de las brujas se remonta a la primigenia división del trabajo. La evolución de los cambios sociales se mueve siempre al ritmo de las transformaciones efectuadas en la división del trabajo. Y ésta no es más que la fundamentación de una jerarquía de valores, ordenada de arriba abajo, de lo superior a lo inferior.
La división histórica del trabajo es la división del trabajo entre los géneros y las generaciones.
En la iglesia oriental, ortodoxa nunca existió esa imagen del diablo ni hubo quemas
de brujas.
-La bruja, tal como la hemos heredado nosotros en la cultura judeocristiana, comienza antes de la Biblia: es la mujer que quiere conocer, la mujer curiosa que muerde la manzana del conocimiento. Y Dios "le castiga" por querer saber, por querer conocer. Eso está ahí, en la tradición, lo significativo es el momento en el que surgen los doctores de la Santa Madre Iglesia en las Universidades europeas. En esos momentos estos señores estaban muy celosos de quienes poseían el conocimiento, y el saber entonces lo tenían las mujeres, las curanderas, las herbarias, las hechiceras... ¿Quién iba a ayudar a las mujeres con sus dolores sino otra mujer que conocía cómo aliviar los males de sus compañeras? Las mujeres les hacen la competencia, son peligrosas y por tanto hay que castigarlas. Lo que hacen es asociarlas al diablo . El diablo y la mujer son seres a los que hay que erradicar incluso físicamente, y se comienza a quemar brujas en toda Europa Central.
Por un lado eliminaban opositoras inteligentes al poder establecido y por otro se enriquecían a su costa.
-Se persigue lo que se desconoce, lo que se ignora, el conocimiento.
Esencialmente, la brujería es similar en todas partes del mundo. La diferencia más importante reside en que en algunas sociedades no occidentales los brujos, también llamados hechiceros, chamanes y curanderos, han desempeñado una función incuestionable en la comunidad.
Han asumido recibir su poder de espíritus que son venerados, o al menos temidos, por la comunidad; son personas que se piensa tienen acceso al mundo de los espíritus y son contempladas con respeto o temor. Los médicos brujos poseen supuestamente poder para curar las enfermedades, convocar la lluvia y asegurar el éxito de la caza o de la guerra
Vicente Romano. La sociogénesis de las brujas. El origen de la discriminación de la mujer, Editorial Popular, Madrid 2007.
Tiene su origen en el SAMAIN |
Esta festividad representa el Año Nuevo de las brujas.
La línea que separa a vivos y muertos se hace más fina y permite la comunicación entre ambos mundos. Se recuerda y honra a los seres queridos fallecidos.
Hay un paralelismo con lo que sucede afuera; el sol pierde fuerza, hay menos luz y los ritmos de crecimiento de la naturaleza son mas lentos.
Era el tiempo de los "espíritus". Las puertas del más allá quedaban abiertas; se fundían dos dimensiones, las de los vivos y las de los muertos.
También se celebraba, durante tal día, la "unión" del dios Dagda y de la diosa Morrigam, señora de los espectros.
Según la arquetípica relación entre fecundidad y los mundos inferiores o infernales, la unión de Morrigam, la dama terrible - la futura Morgana - y Dagda, el buen dios, expresa la relación entre sexualidad y fecundidad.
Por ello, las celebraciones, que tenían lugar durante este día, mostraban un acusado carácter agrícola.
Dagda descubrió a Morrigam cuando la dama se iba a bañar en el río Unius, e hicieron el amor no lejos de las aguas, en un lugar que aún hoy se conoce como "lecho del amor".
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