domingo, 15 de agosto de 2010
FRANK RUFFINO, POEMAS
©Posesión cósmica
El diablo anda solitario
por tu calle, siempre
abandonada de tres en punto.
Mira a las estrellas
y las maldice,
sabe que eres
tu propio dios de niebla
y te ha visto
en otra oscuridad
a la misma hora
beodo sobre el húmedo
pavimento
cuando precisamente
se precipitaba la sustancia
y un sapo sobre tu pecho
maldecía a Dios.
Ese agujero negro
sorbe los ojos,
el resto del alma
y la poesía...;
transforma tus despojos
y reinas en una dimensión ignota.
Aquí solo has quedado
con tus alas sucias
en medio de la noche.
© "Náralit", antipoemas, Frank Ruffino, agosto 2010.
Cobardón de antología
a Marisol Briones y Alberto Fonseca
Tal vez un día de rodillas
ante la tumba tuya
tendré el valor suficiente
para confesarte mi amor…
Ahí estaré, no fallaré delante de vos,
te lo prometo y todo por respeto.
Sí, sí, ya sé que soy raro,
eso me lo dijo mi padre a los cinco años.
Quién nombró tumbas ni retumbas!
Jajajaja!
Jajajaja!
Me siento cómodo
hablando con los muertos:
yo: blablablá…
Muerto: blablablá…
Y nunca te reprochan
ni te sustraen billetes
de la cartera
y sus canciones
de cuna son infalibles
y te quedas tan arrullado
en el mundo de ellos
por días, semanas, años…
que después no deseas
salir a vivir.
(10)
Comentario
a André Cruchaga
Carmen, muchacha virtuosa,
devota de Skype,
artista, poetisa, y tantas cosas más,
allá, lejos de esta Náralit letárgica
y caótica con murciélago incluido,
en tu Sanlúcar La Mayor:
siempre habrá diluvios
como éste sobre mi tejado,
y estoy tan común hoy y calenturiento
y resacado
que te digo que solo un arca
me salvará,
mándame una pareja de cada especie,
no olvides echar mis bienamadas
serpientes,
acomoda los bosques de Europa
en los acorazados y demás
desperdicios marinos de las tantas
armadas de la CEE;
manda todo esto a la siguiente
dirección:
Poeta Frank Ruffino,
frente al Liceo público de Náralit,
de las tres casas amarillas
de los dos envidiosos vecinos,
la del centro,
pero también si por las dudas
donde ondee una bandera
de la Madre Patria.
Remite el encargo por carta,
como aquel día te hice llegar
mi libro de poemas,
la silueta de esta manaza en la hoja blanca,
el pedazo de camisa anaranjada
que seguí usando
sin arrepentimientos,
y en ese retazo mi olor muy mío
que te terminó de convencer
de que soy un bicho salvaje y apetitoso
perdido en medio del trópico.
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