jueves, 19 de mayo de 2011

Qué caminos había para entrar a Comala…

Rafael Lara-Martínez
Tecnológico de Nuevo México
soter@nmt.edu
Desde Comala siempre…

El humo de una estrella lejana cuyo nombre semeja a los hijos de la mano, Mapípil…

Permanecer en vela allá lejos a la sombra, donde nace el agua, kan tagátik ni at…

Sembrar/enterrar (tuuka/tuga) partes cercenadas del cuerpo humano que al instante me reviste hasta que renazcan en retoños, pilauan…

Hacer una nube, producir un gran trueno. Realizar un huracán, una tormenta y un rayo que abran el cerro hueco donde se esconde el maíz. Observar el vuelo del cheje que hacia ahí se dirige…

El simple cerrar de ojos a la orilla de un río, frente a un hermosa muchacha que se transforma en venado…

Los huesos de los ancestros sembrados y enterrados para que mantengan los hálitos vitales, yúltuk y túnal…

Osamenta y plumaje, “ne ujumitchichin [ne] yujmíu”, engarzados en ADN o ciclo estacional trenzado en ascenso y descenso…

Deslizarse en rosca por el cuerpo de la Serpiente que succiona seres humanos a la entrada de una caverna donde el Mundo es reflejo y reflexión…

Volar desnudo en espiral alrededor de un “Árbol Adentro” cuya copa detiene cerros y montañas, cuya madera atiza volcanes…

Agazaparse al interior hasta que la Serpiente-Tierra me engulla y escupa en el sitio dilecto…

Ser ofrenda sacrificial a la entrada de una cueva para que la Serpiente se alimente como los humanos absorben la sangre de los frutos de la Tierra…

Encaminarse hacia la morada del Viento por el camino que se abre tras la iglesia del pueblo…

Bañarse, cantar y bailar en un estanque de agua caliente, en los ausoles que brotan de las entrañas terrestres…

Sentarse sobre una piedra al borde de una laguna hasta que la Serpiente Acuática me transporte a su morada para hacerle compañía…

Girar con el universo entero, hacia el sur en el verano, hacia norte en el invierno, y reconocer que su esplendor es el cosmos floreado de Estrellas…

Entregarse entero a la Luna en el sitio donde se yergue un Árbol grueso y alto, en cuyas raíces hay una piedra ancha con su imagen impresa…

Venerar a la Luna, patrona del invierno y de las lluvias, y observar su imagen fulgurante en una jícara llena de agua…

Reconocer que las flores y los pájaros adornan la Tierra. El vacío de la imagen, primitiva y desnuda, antes que la palabra la recubra de musgo…

Alimentar a la Serpiente cuyos dobles son Árboles Adentro, el Anciano de la Montaña y la Tierra misma, Cuadrivio del Mundo…

Elevarse desde un pantano lodoso como Ne Nextamalani que alumbra la primera sombra de la madrugada…

Repetir hasta el cansancio “nel mezzo del cammin de la nostra vita/mi retrovai per una selva oscura”, hasta que aparezca Virgilio o Abundio… Quizás la Masacuata o el Señor de la Montaña y del Bosque…

Por rapto involuntario hacia las fauces de la Tierra…

Enamorar a una muchacha hasta que se convierta en Mar que abraza sin tocar siquiera…

Por suicidio, homicidio o asesinato instintivo, hasta trepidar sin cese como ceniza parlante que al frente intuye invisible la cercanía del depredador…

Por secuestro del cura sin cabeza…

Mirarse las dedos o hijos de la mano hasta realizar que son mazorcas maduras que al vuelo alcanzan su equivalencia en Estrellas…

Siempre hay que dejar alimentos para que, al alzarse, el viajero con hambre sacie su apetito.

Ignoro por cuál de esas técnicas rituales hice mi ingreso a Comala…

lunes, 9 de mayo de 2011

domingo, 8 de mayo de 2011

EN EL DÍA DE LA MADRE


MUJER TODOS LOS DÍAS
Waldina Medina (Honduras)

Una madre puede hacer todo lo que hace,
no por ser mamá, sino, por ser mujer.


Mamá es una mujer como las otras:
es alegre, tiene canas, se enoja
trata de adelgazar aunque no de a de veras
está enferma
casi no se cuida

mi madre se equivoca
mi mami alguna vez ha sido injusta
lleva sus cuantos errores a la espalda
sus pecadillos por allí escondidos
o deseados

pero mami crió a sus hijos ella sola
y a tres hijos más como a sus propios hijos ella sola
mas era yo tan joven cuando madre quedó sola
que nunca pregunté cómo comimos siempre
y ahora todavía no lo sé
pero tiene que ver con la multiplicación de los pesares.

Ya que es una mujer como las otras
mi madre quiso más de alguna vez
reflorecer su amor
Pero los que idolatran el estéril espejo
no entienden
el prodigio
de la transformación del oro en sueños
y si no derrotó en esta batalla
por lo menos a la rabiosa soledad
y a la tiene enjaulada como la bestia horrenda que es
por el claro milagro de los nietos.



Mi mamá nos recibe cuando estamos cansados
y caídos
pero no nos convierte las espinas en flores
porque nos enseñó a quitarlas solos
y no es la más clara imagen de Dios sobre la Tierra
no alcanza requisitos para Santa
ni se parece en algo a la Virgen María

sin embargo

mamá puede reír aunque esté triste
madre puede amar aunque ella no sea retribuida
mami puede ayudar aunque ella esté también necesitada
madre puede trabajar aunque haya trabajado
hasta la madrugada/
mamá puede aguantar aunque ya no aguante más.

por eso

mamá es una mujer como las otras
una mujer, sencillamente un ser humano,
le dan derecho a serlo
sus cuidados su ternura su amor por los demás
su aguante en aguantar que ya me habría muerto
y por tanto que es esa mujer
me asombro
me inclino
me acorazo
y no sé cuánto decir
cómo la quiero.







Miro a una mujer y veo a todas las mujeres y a todas las madres.

Veo en ella a las viejas madres hechiceras, a las madres cortesanas medievales, a las madres revolucionarias francesas, a las indias pariendo en cuclillas, pero tambien a las madres indigenas combatientes, a las madres científicas en sus laboratorios, a las madres talibanes, a las madres que miran a sus hijos con hambre, a las madres prisioneras, a las madres torturadas, a las madres desaparecidas y las de las desaparecidas, a las madres santas y a las madres prostitutas.

Miro a una mujer y veo a todas las madres. Veo en ella a las amas de casa, a las artistas, a las maestras, a las madres que miran pasar la vida desde la vereda, a las mujeres golpeadas, a las que lucharon por ir ganando espacio en este mundo.

Veo a las madres de Afganistan, de Libia, a las madres exiliadas y recuerdo a las madres que dieron su vida por la libertad.

Miro a las mujeres, miro a las madres, pero en especial miro a las madres revolucionarias.

A todas ustedes gracias por luchar por un mundo mejor, donde la madre cumpla su gran papel de mamá!

Un beso y un abrazo a todas!

ELIECER JIMENEZ JULIO
PDA-GENEVE-SUISSE
Geneve, Mai 8 - 2011

viernes, 6 de mayo de 2011


Poema Definitiva Soledad
Jose Albi
fragmento

¿Oyes el mar?
Eternamente estaremos escuchándolo.
Lo llevaremos dentro como la sangre, como la paz
como te llevo a ti misma.
Todo, todo irá acabando: la tristeza, la vida,
la soledad tan grande en que me has dejado.
Sólo el mar, amor mío, el mar sigue existiendo.
Me asomo: lo contemplo desde esta tarde lenta,
desde esta fría y herrumbrosa baranda
adonde no te asomas.

Amor, no estás conmigo. ¿Ves el silencio en torno?
Baja como las olas,
me roza como el río de tu piel,
se aleja para siempre.
Tú, mar, eterno mar de mi sueño,
sueño ya tú, lejana, irremediable.

El viento te acaricia. Yo soy el viento.
Pero estoy solo.
Y tú, tú estás lejana.
Sólo el mar te recuerda, te vive, te arrebata.
Siento tus labios, que es sentirte entera;
siento tu carne, calladamente mía.
Mis manos en el aire te dan vida,
y la playa, ya inútil sin tu huella,
deshabitada y torpe se aleja como el día.
Sólo la tarde existe;
existe y va muriendo. Unos dedos de espuma
me agitan los cabellos;
unas hojas doradas por el sol van cayendo.
Quizá son tus palabras,
quizá el cerco ya inútil de tus brazos.

Escucha, amor, te voy nombrando
como te nombra el mar. Algún abismo
se quiebra no sé dónde, y este mar que respiro
no es el mío
con capiteles rotos y con mirto.
Es tu terrible mar, tu ecuatoriana selva,
como tú, tormentosa; como tú, quieta, insospechada, dulce,
y otra vez angustiosa y arrebatada. Amor,
me vas muriendo. Este mar que era nuestro
me mira indiferente. Quisiera levantarme
como un viento tremendo
y sacudir las velas, descerrojar los brazos,
morirme a chorros.
Pero sólo el silencio. Yo, acodado en en el aire,
contemplo tu recuerdo.
No hay más que arena.
La ciudad, a lo lejos, se desdibuja.
Es un humo borroso como el olvido.
Ahora estiro los brazos y te busco.
Aquí están nuestras rocas. El mar se mira en ellas;
también te busca.
Una estrella de mar va acariciando mi sombra:
mi sombra que, sin la tuya, no es más que un pozo seco.
Esta tarde es como media vida: la media que me falta.
La que tú te has llevado.

jueves, 5 de mayo de 2011