domingo, 21 de octubre de 2007

SOBRE EL PRIMER ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE ESCRITORES, Tulancingo, Hgo., México. Por: Daniel Wence

Hermanar los pueblos de Latinoamérica es una tarea que nos corresponde a todos los que nacimos de Tonantzin, de Kueraváperi, a los hijos de Quetzalcóatl, a los que partieron desde Tula a fundar Tola mucho más al sur. Aunque no somos hijos directos del Sol y la Luna, llevamos por herencias antiquísimas la marca del Maíz, el Pulque, Mezcalito, los Niños Santos, el Frijol, la Pluma de la Serpiente y los rezos prehispánicos. Hay una historia que nos une a todos detrás de la historia corriente que se nos imparte desde niños; hay razas que fueron una y que nos dicen (a través de esos vestigios de su paso por estas tierras, de la herencia de color que pinta nuestros rostros muy a pesar de la mezcolanza que somos) que América Latina es una sola tierra.
Tulancingo, a través de la voz de Cristina de la Concha, reclamó esa hermandad hace apenas unos días: 5 países latinoamericanos, 14 estados de la República Mexicana y las voces de nuestros hermanos que cruzaron La Línea estuvieron presentes en el Primer Encuentro Latinoamericano de Escritores que se llevó a cabo del 8 al 13 de octubre, donde tuvimos el honor de homenajear a la Escritora, la Luchadora Social, la Mujer, la Hermana Elena Poniatowska, quien develó el monumento al Escritor Latinoamericano en esta ciudad que nos acogió durante una semana, además se contó con el talento y la experiencia de Saúl Ibargoyen y Gaspar Aguilera.
El arte se mostró en todo su esplendor, sus protagonistas: poesía, cuento, dramaturgia, canto, baile, escultura, música, dibujo, declamación, oratoria, teatro, tequila, cerveza… todos unificando el espíritu de nuestra América; artistas de carrera larga y jóvenes compartiendo sus obras; verdaderas muestras de la riqueza gastronómica del centro del país y un brindis final con pulque del estado de Hidalgo.
Los compromisos: crear una red que permita que esta unión crezca a través del arte; compartir siempre lo que todos creamos, porque creemos en esto, porque el arte nos hace mejores personas; permitir que los niños, los jóvenes tengan oportunidad de escuchar las voces de todos y que ellos mismos se manifiesten; ayudar a que la cultura renazca, viva; luchar por la verdad.
Agradecimientos: a Cristina de la Concha, por hacer posible esto que parecía utopía; a Reynaldo Carballido por el apoyo que brindó al evento; a Elena Poniatowska porque nos transmite ese apetito por el arte, por la vida y la justicia; a los escritores y artistas mexicanos, chilenos, argentinos, salvadoreños y uruguayos porque nos dejaron huella y ganas de seguir adelante y, especialmente a todos los tulancinguenses que pusieron su espíritu para que esto fuera posible.

Daniel Wence Partida.

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