lunes, 28 de enero de 2008

José Martí ,hombre soy y nada humano me resulta ajeno.


José Martí nació el 28 de enero de 1853 en la Habana, Cuba. Sus padres fueron Mariano Martí Navarro, procedente de Valencia y Leonor Pérez Cabrera, canaria, de Santa Cruz de Tenerife.

En 1868, año en que se produce el Grito de Yare, comenzó a colaborar en un periódico con intenciones políticas independentistas, lo que provocó su ingreso en prisión y más tarde su destierro a España, donde continuó sus estudios. Se estableció en Madrid y en 1871 publicó "El presidio político en Cuba", su primera obra en prosa. En 1873 se trasladó a Zaragoza donde estuvo 16 meses y consiguió licenciarse brillantemente en Derecho. En los posteriores cuatro meses se dedicó a terminar su licenciatura en Filosofía y Letras.


Al año siguiente viajó a París, donde conoció a Víctor Hugo y a Augusto Bacquerie. En este viaje terminó desembarcando en Veracruz, Méjico, donde estuvo durante dos años. Este período es trascendental en la vida de José Martí: comenzó a conocer la grandeza del pasado indígena y la del colonial, y contrajo matrimonio con Carmen Zayas Bazán, aunque su verdadero amor fue María García Granada, fuente de inspiración en sus poemas.

Amó con la pasión de los que olvidan de sí mismo. ¡Yo tengo un defecto -nos dice- amo mucho!
Idolatró a su madre intensamente; no pudo cuidar de ella "con mimo y con orgullo", como hubiera querido. Amo a su padre y sus hermanas, por supuesto a su tierra por la que ofrendó la vida, a los pobres del mundo

Amó y fue amado.

Halló siempre consuelo en la mujer, tanto que en otro de sus versos pudo autocalificarse de “gran descubridor” por haber hallado “la medicina de amar.

Nuestro Apóstol encontró en Guatemala el más grande amor de su vida inspirado por la jovencísima María García Granados, diez años menor que él cuando se conocieron (ella tenía solo quince), y a quien sin ninguna duda Martí cortejó cuando ya estaba comprometido con Carmen Zayas Bazan,

María lo amó con un amor sin límites, vio de inmediato en el cubano peregrino, el príncipe azul de sus ensueños de adolescente. Sin embargo, aquel encuentro que podía haber sido para ellos el inicio de una vida todo amor fue por el contrario, el principio de una gran tragedia. El poeta había dejado empeñada su palabra en México y allá fue más tarde a desposar a Carmen Zayas Bazán. La naturaleza frágil de la hija del general García Granados no soporto aquel golpe y María se doblo como una flor abatida por el viento. “Dicen que murió de frío, yo se que murió de amor” habría de cantar después el poeta en su tierna composición dedicada a su niña, la dulce María, cuyo nombre habría de llevar más tarde la chiquilla queridísima, en que fructifico otro gran amor de su vida.

La Niña de Guatemala

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores...

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente —¡la frente
que más he amado en mi vida!...

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.


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