miércoles, 2 de diciembre de 2009

EN EL DIA DEL PADRE

A Ignacio Briones, mi padre.

De no se por papá
yo no habría llegado
cuando tenía 6 meses a El Salvador
por causas de su exilio en Venezuela
es decir, por eso de
andar metido en las revueltas
de Olama y Mollejones.
No habría experimentado
que el niño Dios no llegaba en Diciembre
sino cuando podía.
Ni habría crecido siempre
con un pie aquí
y otro en Managua.
Habría aprovechado las clases de cocina
costura y buenas costumbres
en el colegio de monjas.
Pero él que me hablaba siempre
de tiempos mejores
que me llevaba a las tertulias
de intelectuales y conspiradores,
que se iba al Perú cuando Velasco Alvarado
o por el mundo prohibido
y me traía manifiestos, libros
música de Víctor Jara,
Quilapayun, Violeta Parra.

Que me dejaba en el León insurrecto
de Dennis Moncada.
Él, él que me sembró ideas locas
para acabar con el mundo sombrío.
Él, que más que mi padre,
era mi amigo y compañero
también mi cómplice
ignorando las censuras maternales,
enseñándome a interpretar
los códigos del lenguaje masculino.

Él que alternando con la dirección de Barricada
me daba cursos intensivos y breves
de periodismo y relaciones internacionales
cuando éramos poder y Nicaragua era 19
de julio.
Él que con ojos enrojecidos y sin ningún no
me vio volver a El Salvador
por las tareas pendientes
-tan pendientes que aquí estamos-.
Él, ahora abuelo y todavía Quijote,
repito de no ser por papá
yo no estaría aquí
ni me habrían crecido las manos
y sería menos complicada y más normal,
pero seguro no diría
con tanto amor y orgullo
gracias papá.

Marisol Briones

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